lunes, 5 de abril de 2010

“LA TRAVESÍA A FERRUGEM”: CRÓNICA DE UNA AVENTURA INESPERADA

Era el 5 de enero en la ciudad de Praia Do Rosa, al sur de Brasil. Ninguno de los ocho jóvenes tenía idea de qué día de la semana era y, mucho menos, de la andanza que les esperaba en lo que parecía ser un  ordinario día de vacaciones. Las nubes ya habían ocultado por completo el celeste del cielo, y habían aniquilado todas las ilusiones de los chicos de ver el sol y disfrutar de las playas brasileras.

22159_1321081582764_1102556028_1910088_1016737_nPasaban las horas y la tarde se volvía aburrida. Sumergidos en   aquella hospitalaria casa repleta de comodidades, la muchachada se preguntaba qué sería de ellos en esa tarde. Nicolás, el más entusiasta de los ocho, había propuesto tomarse un colectivo a la ciudad vecina de Ferrugem para visitar a una amiga que celebraría su vigesimoprimer año de vida. Con la propuesta aceptada por el resto de la banda, salió a averiguar las mejores opciones para lo que parecía ser un simple y corto viaje en los transportes modernos a los que estaban acostumbrados.

Para realizar tales averiguaciones lo acompañó Cuise, otro entusiasta y, sin dudas, el más atractivo de aquel grupo. Pero antes de que los dos jóvenes llegaran a cualquier centro de información turística, se toparon con Paulo. Paulo era el empleado de la inmobiliaria con la cuál los chicos habían acordado el alquiler de la casa. Y ellos se darían cuenta horas después, que no fue casualidad aquel encuentro con ese simpático hombre brasilero: era algo que les debía pasar. Paulo les recomendó partir a pie hasta Ferrugem por la costa, sin utilizar ningún tipo de  transporte público. Les enseñó el camino aproximado en un mapa, y les aseguró que la distancia a recorrer sería de sólo 2 kilómetros.

Animados, Cuise y Nico se propusieron convencer a los demás  de emprender la caminata. Sabían que corrían con una ventaja:  los más holgazanes de la historia de las vacaciones entre amigos – Facu y Berni – no formaban parte de aquel grupo reducido. Igualmente, temían por la pereza de Armandito. Sin embargo, tanto Armandito como el resto de la banda asumieron positivamente la novedad.

Aceptada la propuesta, había que apresurarse a partir. Para entonces eran las 5 de la tarde y la luz del día era fundamental para una jornada de tiempo incierto. Algunos consideraron arriesgado emprender viaje tan tarde sin saber la duración del mismo. Pero no hubo tiempo para pensar en garantías, y rápidamente los ocho se prepararon para salir.

Con el tiempo justo, comenzaron la travesía con un primer inconveniente. A sólo cien metros de la casa Armandito torpemente rompió la mochila de Cuise. Superaron este problema que les hizo perder unos minutos y continuaron caminando hacia la salida de Praia Do Rosa.

camino ouvidor 2Marcharon hasta encontrar el camino de tierra que los conduciría a Praia Ouvidor, lugar que se le hacía tan difícil pronunciar a Nicolás. Este camino de tierra fue más largo de lo que esperaban. Era un camino muy similar al que todos – excepto Rafa y Mosca – habían transitado con el gordo Lanzaro en San José de los Ríos participando de campamentos del colegio. Con muy poco movimiento de personas, la monotonía del camino agotaba el  entusiasmo de los 8. Sin embargo, los chicos se divertían con las payasadas que hacían Armando y Mosca (algo retrasados respecto al resto del grupo), sumadas a la entretenida canción que cantaban todos juntos en homenaje a su ausente amigo Lamas.

Había pasado casi una hora y no había pistas de aquella playa. De repente, el camino se comenzó a abrir y los chicos se vieron rodeados de árboles. Miraron más allá de la arbolada y vieron una extensa y deshabitada playa. Se quedaron impresionados, Praia Ouvidor era un lugar alucinante. Al igual que Praia Do Rosa , estaba acotada al norte y al sur por dos grandes morros; pero a diferencia de ésta, tenía gran cantidad de piedras que sobresalían del mar. Nicolás, alucinando frente a tan deslumbrante paisaje, fantaseaba con nadar hasta una piedra que se encontraba a kilómetros de distancia.                                                                            17358_276464955877_706795877_3518683_1588620_n

Para recordar aquel magnífico lugar, pidieron a una de las pocas personas que allí se encontraba que les tomara una fotografía. Les hubiera gustado quedarse un poco más a disfrutar de Praia Ouvidor, pero el atardecer era cada vez más próximo y no sabían cuánto les quedaba por recorrer.

Al atravesar la playa encontraron un camino cercado con un cartel que advertía “no pasar – propiedad privada”, pero poco les importó. Este camino estaba inmerso en una enorme pradera, y a sus alrededores se podían observar animales del campo. El sendero comenzaba a inclinarse y los obligaba a subir, hasta disiparse completamente en la base de una gran montaña.

Angustiados, empezaron a preguntarse como seguir adelante. Algunos propusieron rodear esa montaña, pero su magnitud lo hacía imposible. Jorgito y Nicolás, caracterizados por ser atrevidos e imprudentes, sugirieron continuar escalando unas rocas que se extendían a 30 metros del mar y formaban una muralla respecto a este. Estas rocas eran muy empinadas y formaban un verdadero precipicio. Sin recibir la aprobación del resto, se arriesgaron a subir sobre estas rocas . Cuando los restantes seis los vieron, se preocuparon mucho y clamaron por sus vidas. Luego, se sintieron aliviados al ver a  estos dos desquiciados sobrepasar tan peligroso obstáculo, sólo un resbalón podría haberlos hecho caer y terminar con sus vidas.

Segundos después de esa arriesgada maniobra, Mosca halló entre arbustos la continuación del sendero sin que fuera necesario tomar el riesgo que habían asumido Nico y Jorgito. Este nuevo camino era ascendente y bordeaba la montaña. No representaba el mismo peligro que caminar entre rocas, pero debían estar atentos a donde pisaban, ya que apenas a su derecha y 50 metros hacia abajo se encontraba el océano.

El camino se volvía cada vez más angosto y las plantas formaban dos murallas a la izquierda y a la derecha de los muchachos. Este escenario selvático era estupendo pero a la vez escalofriante. Durante este trayecto Jorgito asumió el papel de líder en la expedición, guiando al grupo desde el frente y tomando las decisiones. Por momentos se adelantó demasiado corriendo junto a sus cercanos discípulos Rafa. y Armandito. Un poco más atrás lo seguían Cuise, Mosca y Nico; y algo retrasados Eric y un ya asustado Estani.

zzrafajorgiomosca Llegado un momento, la vegetación desapareció y se dieron cuenta que se encontraban en lo más alto de aquella montaña. Entonces, aprovecharon para contemplar el estupendo paisaje y descansar un poco. Tomaron muchas fotos, estaban totalmente  deslumbrados con la belleza de aquel escenario que reunía al mar, la montaña y la diversa flora de Brasil. Por alguna razón sabían que se hallaban en el lugar más impresionante de todos los que iban a ver aquel día, y Eric se encargó de destacárselo al grupo varias veces.                                                                                                       17358_276465055877_706795877_3518692_1084957_n

Algunos empezaron a delirar por el cansancio. En especial Nicolás, que exhibía su cuerpo desnudo, gritaba y desarrollaba todo tipo de prácticas características de un mono. Otros, como Estani – también denominado “Brigadier” entre otros miles de apodos -, trataban de apartar el temor en la contemplación. zestani asustado Igualmente, el descanso fue mínimo. El conductor, Jorgito, indicó que había que continuar antes de que se haga de noche.

La pendiente del camino se inclinaba hacia abajo y todos se sintieron aliviados al ver que empezaban a descender, escalar los estaba agotando. No obstante, nuevamente se sintieron profundamente preocupados con Jorgito comenzó a emprender tan empinado descenso corriendo a gran velocidad. Temían que se caiga y sufra lesiones en alguna de sus débiles rodillas. Sin embargo, el líder sabía lo que hacía y controló perfectamente la situación.

El descenso fue más difícil de lo que esperaban. El sendero no era preciso y el cansancio les jugaba en contra. Debieron sobrepasar mucho suelo rocoso, con el riesgo que implicaba resbalarse y con la desventaja de tener como calzado ojotas y alpargatas. También debieron recorrer un trayecto lodoso y el lodo les resultaba muy asqueroso, en particular a los más coquetos que ansiaban salir a divertirse por las calles de Ferrugem.

Pasaba el tiempo y la luz era cada vez más tenue. El grupo estaba muy cansado y la ansiedad por llegar atentaba contra la prudencia. Entonces, para mantener al grupo concentrado, Mosca aconsejaba al grupo estar atentos, ya que un error en el cálculo de un paso significaba el descenso por la montaña hacia el mar. Estani, muy atrasado respecto a los primeros, continuaba muy asustado, incluso llegó a reconocer que tenía ganas de llorar. Eric y Nicolás lo alentaban, aunque no tenían idea alguna de lo que les faltaba por transitar. El apoyo de unos a otros entre los integrantes del grupo fue fundamental en este trayecto: sea desde el aliento, el humor o la confianza, cada uno aportaba fuerzas para poder concluir la aventura.

El descenso parecía no concluir nunca. Pero de repente, Jorgito algo adelantado respecto al resto, notó que ya no caminaban por tierra sino por arena. A esta señal de cercanía a la playa se sumó la de unos árboles muy similares a los que habían visto en Praia Ouvidor. Enloquecido por ilusión de haber llegado, Nicolás comenzó a realizar nuevamente sus prácticas de mono y, además, sacó de la mochila un whisky de la prestigiosa marca Jack Daniel’s que había robado días atrás.

La luz ya era muy poca cuando Jorgito empezó a correr hacia la orilla para sumergirse en el mar. Habían llegado. zllegadaEn ese momento, Nicolás contagió sus monerías al resto del grupo y todos empezaron a gritar de alegría. Algunos acompañaron a Jorge al agua, otros expresaron su alegría y tranquilidad en la contemplación de un nuevo paisaje.

La historia no termina ahí. Los ocho caminaron por la playa de Ferrugem hasta llegar a Bar Do Zado, donde se encontraron con gente amiga de su ciudad natal, Santa Fe. Se quedaron allí tomando cervezas y celebrando haber formado parte de una travesía muy inesperada. Al poco tiempo de haber llegado, la lluvia invadió Ferrugem, tuvieron suerte de que eso no sucediera horas antes. Con la lluvia, algunos se refugiaron en una pocilga de la ciudad par tomar unas cervezas baratas.17358_276465195877_706795877_3518710_2554975_n El ya no más temeroso Estani, en cambio, se quedó bailando y cantando bajo la lluvia en la playa, mientras tomaba unas cervezas con Armandito, Nicolás y Cuise. Pasadas unas horas los ocho se reunieron nuevamente, para protagonizar una nueva noche juntos en Brasil.

Si bien Paulo les había mentido acerca de la duración y distancia de la travesía, ellos agradecerán siempre haberse topado con él. Por que fue gracias a Paulo que estos ocho amigos vivieron juntos una experiencia que jamás olvidarán y que superó cualquier expectativa que tuvieran de aquella tarde. Hoy la recuerdan y, probablemente, la recuerden por siempre.

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1 comentario:

  1. yo soy fan de si son rumores!!! cuise sos mi amor imposible te ODIO

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